El proyecto se desarrolla en el interior del patio de armas de lo que era el convento que custodia al Cristo de La Laguna, que posteriormente se convirtió en acuartelamiento militar, en San Cristóbal de La Laguna, un enclave cuya carga histórica y simbólica exige un diálogo respetuoso entre la arquitectura contemporánea y la memoria construida. La intervención parte de una idea fundamental: reinterpretar el concepto de patio claustral para generar nuevas espacialidades capaces de convivir con la estructura original del conjunto conventual. De esta reflexión surge Patios en el Patio, una cubierta que no pretende imponerse sobre el vacío histórico, sino activarlo, subrayarlo y multiplicarlo.
La nueva cubierta se concibe como una operación de sutura ligera. Su geometría responde a la lógica del claustro tradicional —su ritmo, su orden y su condición de umbral—, pero la traslada a un lenguaje actual, casi abstracto, que permite reconocer el espacio sin reproducirlo miméticamente. La luz filtrada, los planos suspendidos y la lectura secuencial del recorrido evocan la experiencia del patio conventual, por otro lado, la lámina de agua evoca ese pasado de laguna que da nombre a la ciudad.
A esta operación se suman dos cuerpos edificados, dispuestos perpendicularmente a una de las crujías del patio. Estos volúmenes, destinados a uso comercial, se incorporan con una presencia sobria y contenida, reforzando la direccionalidad del conjunto y construyendo un nuevo límite físico. Su implantación genera un segundo patio, de proporciones más rectangulares y carácter autónomo, que se cubre mediante una adaptación formal de la cubierta principal. Esta continuidad en el lenguaje arquitectónico establece una relación coherente entre ambos vacíos, articulando un sistema de patios que funciona como extensión contemporánea del orden claustral original.
El resultado es una intervención que no se entiende como añadido, sino como relectura. Patios en el Patio propone una actualización del espacio conventual basada en la superposición respetuosa de capas: la histórica, la funcional y la atmosférica. La arquitectura contemporánea se convierte así en mediadora entre el pasado y el presente, ofreciendo nuevas posibilidades de uso sin renunciar a la identidad profunda del lugar.